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La directora finlandesa Inari Niemi dirige Luz del 86, un drama romántico adolescente con el trasfondo de la catástrofe de Chernóbil.

La película es una adaptación de la novela homónima publicada por Vilja-Tuulia Huotarinen en 2011, que fue un éxito de ventas en el país nórdico.

Tras pasearse por festivales de medio mundo, la cinta llega a las salas españolas el viernes 6 de septiembre.

Sinopsis

Es el año de 1986, uno de los reactores de Chernóbil acaba de explotar. A más de mil kilómetros de distancia, la vida de Mariia cambia drásticamente con la llegada de Mimi a la pequeña localidad finlandesa en la que vive. Juntas construirán un oasis en el que refugiarse de todo lo trágico que orbita a su alrededor.

Crítica de Luz del 86

Es la tercera colaboración entre las hermanas Niemi. La guionista y poetisa Juuli es la encargada de adaptar la novela de Huotarien y su hermana Inari, de dirigirla para la gran pantalla.

El largometraje tiene algunos aspectos que nos han llamado la atención de manera positiva, como el tratamiento de los personajes, y algunas decisiones que no terminan de convencernos.

Respeto por sus personajes

La cámara observa a Mariia y Mimi sin emitir ningún tipo de juicios. Lo hace desde una posición casi documental, sin artificios que manipulen la visión de los espectadores.

Los personajes de estas dos adolescentes han sido escritos con gran cariño y respeto. La forma en la que Mimi se refugia en Mariia para escapar de su complicada realidad familiar está despojada de toda valoración moral y se siente natural e, incluso, inevitable.

Mariia también encuentra la luz del título en los brazos de esa joven rebelde que ha llegado para poner su mundo patas arriba. Y, a pesar de que su vida es más sencilla, pronto entendemos que la supervivencia no es posible sin el apoyo de la otra.

La simbología de Chernóbil

La catástrofe del reactor nuclear y su impacto en la Europa del este de la época sobrevuela sobre las dos protagonistas.

En una simbiosis metafórica entre el contexto histórico y la historia personal de las protagonistas, las preciosas nubes moradas que irrumpen en escena de vez en cuando, no son más que un anticipo de la tragedia que traen con ellas.

La luz que provoca esta intensa historia de amor, al igual que la belleza de las nubes, está condenada a apagarse, dejando una espesa oscuridad tras de sí.

LGTBIQ+

La sexualidad de Mariia y Mimi nunca forma parte de la historia de manera explícita. Luz del 86 es una historia de amor adolescente que merece ser contada, sin más.

Las protagonistas no son cuestionadas por su sexualidad en ningún ámbito de sus vidas, naturalizando su relación y dejando en un segundo plano el hecho de que sean dos personas del mismo sexo.

No es una historia queer, es una historia de amor sobre dos personas que son queer. Y, aunque pueda parecer algo irrelevante, es importante que vayan apareciendo historias sobre personas de la comunidad LGTBIQ+ sin que su condición sexual tenga que ser el centro narrativo. Historias que merecen la pena ser contadas por lo interesante de sus personajes, al margen de su condición sexual.

La frialdad emocional de Luz del 86

Luz del 86 tiene en su guion una historia familiar dura, una enfermedad grave y un accidente nuclear de fondo, y aún así, no consigue emocionarnos.

El precio que Inari Niemi paga por huir de sensacionalismos emocionales es una suerte de desapego por parte del público.

Aunque la película ha tenido una gran aceptación entre el público adolescente por razones obvias, lo cierto es que como adultos, no hemos sido capaces de conectar con los personajes desde una dimensión emocional.

El problema no son las actuaciones, Rebekka Baer y Anni Iikkanen están estupendas. Tampoco lo son las situaciones que ambas viven, bastante reconocibles para los espectadores. Es, quizá, ese pasar de puntillas por todo, ese contar el drama a pinceladas, rodearlo de sombras, para centrarse en la historia de amor entre Mariia y Mimi. Niemi construye una burbuja alrededor de ellas. La misma burbuja que, como público, nos impide sumergirnos de lleno en la realidad de ambas más allá de su romance.

Conclusión de Luz del 86

Inari Niemi adapta, en Luz del 86, la novela homónima publicada en 2011. Lo hace con un tratamiento de personajes exquisito y con un sentido estético encomiable.

Este romance entre dos chicas adolescentes defiende el amor como refugio, aunque sin desprenderse de un halo de tragedia inveitable.

A su favor, el respeto con el que trata a sus personajes y el poderoso mensaje de que una historia de amor queer no tiene que girar alrededor alrededor de la identidad sexual para ser interesante o merecer ser contada.

En contra, una capa de frialdad que nos distancia emocionalmente de su pareja protagonista.

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