La Hojasca llegó a los cines el pasado 13 de septiembre de 2024. La cinta, dirigida pro Macu Machín, tuvo su paso por festivales como el de Las Palmas de Gran Canaria, la Berlinale o el Málaga, cosechando varios premios.
Rodada mayoritariamente en la isla de La Palma, el film propone una nueva mirada femenina al mundo rural. La película es, sobre todo, una historia de mujeres, mujeres solitarias que mantienen un vínculo con la tierra en un mundo mágico en desaparición y que se ven sacudidas por el presente. También una revisión al rol de lo femenino en el mundo rural, que pone el dedo en la llaga en el tema de los cuidados a personas enfermas, y del desequilibrio que suele suponer este tipo de realidades dentro de las familias. Un tema de total actualidad que está suponiendo su revisión en diferentes leyes nacionales.
A través del conflicto del reparto de una pequeña herencia entre dos bandos enfrentados, la película es también una radiografía del mundo familiar, de los amores y los rencores que se van creando a lo largo de la vida. Con ello, La Hojarasca habla de algo universal a través de un tema local.
A todo ello, se suma el interés antropológico y geológico de ver un volcán en acción y naturaleza macaronésica poco conocida. Tras la erupción del volcán de Cumbre Vieja en La Palma en otoño de 2021, La Hojarasca ofrece la integración de este suceso histórico en una narración cinematográfica, que hace adquirir nuevas perspectivas sobre el acontecimiento natural más importante de las últimas décadas en España. Un suceso aprovechado por otros cineastas locales como David Pantaleón y su película Un volcán habitado.
Honestamente, los dramas rurales contemplativos ya me agotan. Un subgénero que en los últimos años se ha explotado de sobremanera y que, uno tras otro, logran hacerse hueco en los diversos festivales de nuestro país. Pese a ello, el suceso que envuelve a La Hojarasca lo justifica. Un contexto cercano y con un trío protagónico que ha logrado conmoverme. Macu Machín impregna de una gran sensibilidad este relato de tres hermanas, dando al espectador una de cal y otra de arena entre las diversas escenas familiares que componen su obra.
La Hojarasca no reinventa la rueda y, por el tipo de propuesta que es, parece llevar el sello ópera prima marcado a fuego. Pero no todas las cineastas pueden presumir de salir airosas ante una propuesta de este tipo tal y como lo consigue Macu Machín. La cinta emociona e incluso sorprende. Ya solo con eso a mí me vale.