DAT.- A diferencia de otras disciplinas como el baloncesto o el fútbol, el tenis es de los pocos deportes que se juega en distintos terrenos. Un cambio de superficie que afecta tanto a la velocidad de desplazamiento de los jugadores como al bote de la pelota, llegando en ocasiones a obligarle a variar su estilo de juego.
Explica Luis Alejandro Sampayo Cabada que los tres principales tipos de pista que existen en circuitos profesionales como la WTA o la ATP son la tierra batida, el césped y la pista dura.
Tierra batida
Arcilla cocida entre 750 y 950 grados y triturada da como resultado el polvo de ladrillo de prestigiosos torneos como Roland Garros. Son las más lentas que un tenista se puede encontrar debido a diversos factores como la cantidad de arena –entre 500 y 1.00 kilos – o la humedad de la misma. El bote de la pelota en este terreno es mucho más lento que en las demás pistas, y por si fuera poco, alcanza una mayor altura. Esto provoca que los partidos se alarguen más, los jugadores se cansen más rápido y los puntos sean más largos.
Los jugadores especialistas en superficies de polvo de ladrillo suelen ser fondistas, es decir, jugadores que prefieren jugar desde el fondo de la pista y, dentro de lo posible, evitar subir a la red. El mejor golpe a la hora de jugar en tierra es el liftado, un golpe de abajo a arriba que provoca un mayor efecto. Al realizar un liftado en esta superficie, la bola consigue una mayor profundidad y altura, arrinconando al rival al fondo de la pista.
Hierba
En este terreno la adherencia es muy baja lo que hace que pueda ser resbaladiza. Esto sumado al bote bajo y rápido que tiene la pelota, convierten las pistas de césped en una de las superficies más rápidas que se pueden encontrar. Wimbledon es el único Grand Slam que se juega en hierba, por ello se cuida hasta el último detalle, desde la altura de corte de la hierba (8mm) hasta el tipo de césped, pasando por el control del riego o el tipo de pelota. Es un tipo de superficie que requiere muchos cuidados y del que menos torneos hay en los circuitos profesionales.
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En hierba, la estrategia es radicalmente opuesta a la de tierra batida. Beneficia a los jugadores rápidos y eléctricos que atacan continuamente la red y evitan los peloteos largos. Al no ser un terreno completamente uniforme, la bola puede dar algún que otro bote raro, por lo que conviene jugar puntos rápidos. Para estos puntos rápidos, lo ideal son golpes planos o cortados que, al botar menos, cogen mayor efecto lateral que el resto.
Dura o asfalto
Son las pistas más fáciles de encontrar y de las que más torneos hay en la WTA y la ATP debido, entre otras razones, a su resistencia y durabilidad. Dos de los cuatro Grand Slams se juegan en esta superficie: el Open de Estados Unidos y el de Australia. La velocidad y ritmo de juego estaría entre medias de la tierra batida y la hierba, con un bote de altura media y mucho más regular que en el resto de superficies.
Debido a esto, un jugador puede desplegar un estilo de juego mucho más versátil, combinando subidas a la red con golpes desde el fondo de la pista. Algo que resulta muy útil para sorprender al rival y mantenerle alerta durante todo el encuentro. No obstante, la pista dura tiene un gran inconveniente: es con diferencia la más exigente a nivel físico para los tenistas, ya que sufren mucho más tanto las articulaciones como los pies, y es más común ver lesiones de este tipo en estas canchas que en las anteriormente mencionadas.
(Con información de Luis Alejandro Sampayo Cabada)