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El pasado 7 de abril, la Fundación Giner de los Ríos de Madrid acogió una masterclass imprescindible de la mano del showrunner y guionista Craig Mazin, organizada por la asociación de guionistas ALMA en colaboración con Max. El creador de Chernobyl y The Last of Us ofreció un recorrido honesto y detallado por su trayectoria, desde sus inicios estudiando medicina hasta convertirse en una de las voces más influyentes del guion televisivo contemporáneo.

Tras descubrir su amor por la divulgación y el audiovisual pasando por programas de radio universitarios y más tarde por el departamento de marketing de Disney y trabajando en la edición de tráilers, fue forjando una pronunciada inquietud por la elaboración de productos de ficción. A lo largo de todas estas experiencias moldeó una vocación creativa que acabaría rompiendo cualquier marco convencional, catapultando su estatus y posición en la industria.

Mazin confesó haber dudado de su propio talento durante años, hasta que distintos proyectos de pequeña envergadura se convirtieron en puntos de inflexión que marcarían su carrera como guionista. En sus primeros años escribiendo guiones, se especializó en comedia con su participación en Scary Movie 3 o Resacón en Las Vegas, una impronta que a día de hoy sigue presente en sus obras dramáticas actuales, aportando ciertos alivios cómicos y rasgos de humanidad.

Subsistencia y metodicidad

Tras esas incursiones en el cine de comedia, comenzó su proceso de trabajo en Chernobyl, una de sus creaciones más aclamadas. Durante el mismo fue tan minucioso como exigente: dedicó dos años de documentación e investigación para componer un trabajo fidedigno y realista. Además, el propio Mazin viajó a la zona del desastre nuclear para comprender y reconstruir los espacios de forma tangible en sus libretos. Mientras tanto, alternaba estas prácticas con otros proyectos para sobrevivir económicamente.

El método de escritura es para él una piedra angular del proceso creativo. Siempre escribe de manera obsesiva y estructurada, dedicando hasta dos meses a la elaboración de un solo episodio. Sus guiones incluyen notas de dirección específicas con el objetivo de preservar con la máxima fidelidad su visión una vez trasladada a imágenes, defendiendo que el guionista debe realizar esta práctica de forma común. Le otorga una gran importancia a la forma en que se transmiten las dimensiones espaciales en cada localización, especialmente en lo que respecta al tamaño y la escala de las mismas, elementos que considera esenciales para la inmersión del espectador en sus obras.

Sentimentalismo e introspección

Lejos de temer al sentimentalismo o al melodrama, Mazin los reivindica como herramientas legítimas dentro de una narrativa que, al fin y al cabo, busca reflejar nuestras emociones más íntimas. Para él, cada secuencia debe contener información relevante sobre los personajes y el universo que habitan, incluidas las grandes set-pieces de acción. Esta concepción responde también a una preocupación constante por anticiparse al posible abandono del producto por parte del espectador, manteniendo vivo su interés emocional e intelectual a lo largo del relato, ya que este es consciente de la cantidad de oferta y demanda que hay ahora mismo disponible en todas las plataformas de streaming.

La introspección marca su forma de entender su profesión: Mazin escribe solo, en habitaciones oscuras y en completa intimidad. El mismo reconoce que, a posteriori, una vez termina un libreto, le resulta difícil compartir y exponer los resultados de su trabajo. A la hora de construir personajes, encuentra inspiración en figuras contradictorias como el protagonista de Unforgiven de Clint Eastwood, un asesino que lleva cazando bandidos toda su vida mientras protege a los vulnerables, el cuál sirvió para componer a Joel (Pedro Pascal) en su versión de carne y hueso.

The Last of Us: la adaptación definitiva de un videojuego

En su colaboración con Neil Druckmann para The Last of Us, ambos entendieron la necesidad de adaptar el material original sin dejar de ser fieles a su espíritu, pero aprovechando una flexibilidad argumental y narrativa que Mazin agradece profundamente a la hora de planificar las distintas temporadas. El éxito de la serie, lejos de ser una liberación inmediata, lo dejó paralizado ante la idea de haber alcanzado el objetivo de su vida: la posibilidad de elección total para decidir sus próximos pasos.

Publicamos este artículo con motivo de la inminente llegada de la segunda temporada de The Last of Us, una obra que vuelve a contar con Craig Mazin al frente del guion y que promete expandir su universo con la misma sensibilidad narrativa, complejidad emocional y pulso cinematográfico que marcaron la primera entrega. Desde Soy de cine, celebramos la oportunidad de haber escuchado de primera mano a uno de los creadores clave de la ficción televisiva actual.

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