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Valoración

28 Años Después, secuela directa de la influyente 28 Días Después, llega a los cines españoles el día 20 de junio de 2025 gracias a Sony Pictures.

  • Fecha de estreno: 20 de junio de 2025 en cines
  • Género: Terror, Ciencia ficción
  • País: Reino Unido
  • Año: 2025
  • Dirección: Danny Boyle
  • Reparto: Aaron Taylor-Johnson, Jodie Comer, Ralph Fiennes, Jack O’Connell

Han pasado casi tres décadas desde que el virus de la rabia escapó de un laboratorio de armas biológicas, y ahora, todavía bajo una cuarentena brutalmente impuesta, algunos han encontrado formas de existir en medio de los infectados. Uno de estos grupos de supervivientes vive en una pequeña isla conectada al continente por una única carretera fuertemente defendida. Cuando uno de los miembros del grupo abandona la isla para adentrarse en el oscuro corazón del continente, descubre secretos, maravillas y horrores que han mutado no sólo a los infectados, sino también a otros supervivientes.

Jim (Cillian Murphy), el protagonista de la primera película, regresa a un mundo aún más oscuro, mientras nuevas caras se suman al relato: personajes interpretados por Aaron Taylor-Johnson, Jodie Comer, Ralph Fiennes y Jack O’Connell. Juntos, intentarán sobrevivir en un entorno que plantea preguntas inquietantes sobre la humanidad, la esperanza y la reconstrucción.

Dirigida por Danny Boyle y escrita por Alex Garland, 28 años después cuenta con un equipo creativo que incluye a los mismos visionarios que redefinieron el terror moderno con las dos primeras entregas. Inspirada en la película Kes (1969) de Ken Loach, esta nueva película busca mezclar el horror visceral con un subtexto emocional y social.


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Crítica 28 Años Después

Ni el salto de las prácticamente ininteligibles imágenes de las handycams domésticas de la primera entrega de la franquicia a la hiperdigitalización extrema de los múltiples iPhone 15 consigue domar la naturaleza errática, inestable y convulsa que siempre ha atravesado, como un zumbido latente, la saga 28. Lo que Boyle inauguró como un apocalipsis sucio y febril, ha mutado aquí, en 28 Años Después, en un relato de infecciones que coquetea, sin terminar de atreverse, con los estragos psicológicos del colapso. El nuevo rostro de la infección – más nítido, más pulido, más clínico– maquilla, pero no cura, las heridas narrativas que arrastra esta trilogía desde sus inicios. Sigue siendo un barco fantasma que avanza sin objetivo y sin dirección.

El prólogo, brutal y prometedor, abre en clave de pesadilla íntima: un segmento de supervivencia filmado con pulso urgente, donde Aaron Taylor-Johnson lleva sobre sus hombros todo el peso emocional del relato. Funciona como apéndice autónomo en clave de un episodio sofocante que establece el tono y podría, por sí solo, justificar el regreso de la IP. Imágenes perturbadoras, una atmósfera devastada y un montaje que muerde y estimula. Todo vibra, pero la fuerza centrífuga que impulsa el primer acto se desvanece con pasmosa rapidez, como si el propio filme fuera víctima de la infección que retrata. A medida que avanza, la tensión se disipa, los personajes se diluyen, y el mundo que parecía latir gracias a sus nuevas reglas y aportaciones se rinde ante los mismos tics y los mismos problemas de siempre.

Un legado disfuncional

Frente a la frialdad y desmemoria de 28 Semanas Después –una secuela que, pese a su musculatura técnica, siempre me resultó tan vacía como un contenedor ya saqueado–, 28 Años Después al menos recupera la intención primigenia . Hay una visión artística y una línea estilística. Hay incluso un atisbo de discurso. El problema es que todo eso coexiste con una deriva tonal desconcertante, decisiones argumentales que rozan el delirio, y una incapacidad para sostener aquello que tan bien se plantea en los primeros compases. La película quiere expandir su lore, expandir su imaginario, jugar a lo grande. Pero cada avance se ve empañado por una recaída. Lo que debería ser una evolución lógica del universo 28 termina siendo una suma de impulsos, sin método ni mesura.

Y, sin embargo –porque siempre hay un sin embargo–, hay algo aquí que no estaba en las anteriores. Tal vez una conciencia de sí misma. Tal vez una voluntad de fractura. Porque si la primera entrega era una acumulación fallida de imágenes hipnóticas y ritmos quebrados, mientras segunda una coreografía ruidosa e insustancial, esta tercera parte encuentra su lugar justo en ese intersticio, logrando erigirse como la más interesante de todas. No por su cohesión, sino por su depuración. No por su solidez, sino por su tentativa desesperada de refundación.

Conclusión

28 Años Después es un artefacto inestable, atravesado por sacudidas que lo sacan constantemente de su eje, pero también por destellos –breves, casi accidentales– de algo que podría haber sido realmente grande. Tiene garra, tiene momentos genuinamente incómodos, y hasta se permite algún atrevimiento estético que incomoda en el mejor de los sentidos. Pero, como sus personajes, parece condenada a vagar sin dirección por territorios que ya no ofrecen refugio ni cobijo. Un escombro radiante.

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