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La nueva cinta de Joseph Kosinski, F1: La Película, llega a los cines españoles el próximo día 27 de junio de la mano de Warner Bros. Pictures.

  • Fecha de estreno: 25 de junio de 2025
  • Género: Acción, Aventuras, Drama, Deportes
  • País: Estados Unidos
  • Año: 2025
  • Dirección: Joseph Kosinski
  • Reparto: Brad Pitt, Damson Idris, Kerry Condon, Javier Bardem, Tobias Menzies, Sarah Niles, Kim Bodnia, Samson Kayo, Lewis Hamilton
  • Música: Hans Zimmer

F1 sigue la historia de Sonny Hayes (Brad Pitt), un expiloto de Fórmula 1 que regresa al campeonato después de años de retiro para formar equipo con Joshua Pearce (Damson Idris), un joven piloto prometedor en la escudería ficticia APXGP. Mientras compiten contra los mejores del deporte, Sonny busca redimirse y transmitir su experiencia a la próxima generación, enfrentándose a las complejidades y presiones de la Fórmula 1.

Dirigida por Joseph Kosinski (Top Gun: Maverick) y producida por Jerry Bruckheimer, Brad Pitt y Lewis Hamilton, F1 es una superproducción deportiva realizada en colaboración con la comunidad de la Fórmula 1, incluyendo los equipos, pilotos, la FIA y promotores de carreras. La película fue rodada en fines de semana de grandes premios reales, ofreciendo una inmersión auténtica en el mundo de la Fórmula 1.

Con un elenco liderado por Brad Pitt, acompañado de Damson Idris, Kerry Condon y Javier Bardem, la película también cuenta con Lewis Hamilton interpretándose a sí mismo. El guion fue escrito por Ehren Kruger (Transformers: La era de la extinción), mientras que la banda sonora está a cargo del oscarizado Hans Zimmer.


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Crítica de F1: La Película

F1: La Película es una suerte de sinfonía corporativa en la que Joseph Kosinski no solo dirige coches: los estiliza, la coreografía, los convierte en tótems de una era líquida donde el rendimiento y la apariencia se funden sin fisuras. Su cámara, obsesiva y ceremoniosa, encuentra el alma de la velocidad no en el vértigo del movimiento puro, sino en el encuadre quirúrgico del detalle: los naipes que marcan el destino de la jugada, los Rolex que dictan el pulso de la historia, las cadenas que pesan sobre el pecho como si la gravedad fuera también emocional. La textura visual es de una precisión quirúrgica, casi clínica, pero no exenta de sensualidad. La estética alcanza aquí una forma de sublimación industrial/empresarial: los logos —Hilfiger, AMG, Puma— no contaminan el relato, lo estructuran. Son su gramática. Su iconografía. Su fe.

La película articula una poética de lo corporativo que, lejos de alienar, enraíza a los personajes en su contexto: lo comercial es aquí también lo existencial. Es en esa tensión entre lo íntimo y lo espectacular donde Kosinski alcanza una extraña espiritualidad. El drama deportivo se eleva a gesto mitológico gracias al diseño de sonido, a la reverberación del rugido motor como canto litúrgico, y a un montaje que se siente como el motor engrasado de un reloj suizo. En este contexto, la banda sonora de Hans Zimmer no acompaña: incinera, eleva, marca el compás de una experiencia audiovisual que se siente más cercana al trance que al clasicismo narrativo. El resultado: una inmersión en los mares de un océano visual donde la combustión engulle todo lo que hay fuera de la pantalla y la pista de carreras se convierte en el escenario de nuestro sistema neurológico

Doble Carrocería

La apuesta actoral se bifurca en una doble presencia que estructura la película como una elegía a la transmisión generacional, pero también como una meditación sobre el desgaste. Brad Pitt, como piloto crepuscular, encarna una mitología en retirada: su sola aparición basta para colapsar el plano con una aura de leyenda, exhuberante pero fatigada. Es un cuerpo que aún brilla, pero cuya rugosidad delata el cincel percutido por el paso del tiempo. A su lado, Damson Idris emerge como la encarnación de lo nuevo: joven, feroz, eléctrico, cargado de la arrogancia necesaria para tomar el relevo. El diálogo entre ambos se da tanto en la palabra como en la fricción de sus estilos. En el modo en que habitan el monoplaza, en cómo gestionan el vértigo. Kosinski no filma simplemente una rivalidad o un vínculo maestro-discípulo: propone una metáfora sobre el relevo como herida abierta, como pérdida inevitable.

Este choque generacional adquiere una dimensión casi ritual en las secuencias de carrera. La pista se vuelve territorio sagrado, línea de combate y altar, y los bólidos son entidades simbólicas que arrastran no solo a sus pilotos, sino también a su propia concepción del mundo. El montaje refuerza esta idea con una cadencia casi orgánica, como si la progresión dramática de cada vuelta formara parte de una narrativa predestinada. El motor ruge, pero lo que realmente estremece es el modo en que la cámara traza una coreografía que convierte la aceleración en catarsis.

Conclusión

Filmada con una convicción estética inusual y ejecutada con un músculo técnico apabullante, F1: La Película es tanto un artefacto de precisión como un canto apasionado a lo mecánico, a lo efímero, a lo sublime. Vista en IMAX, roza lo místico. No es solo que el rugido del motor te atraviese el pecho; es que, durante unos minutos, crees que podrías fundirte con él. Un blockbuster veraniego intachable y todo un regalo para los fanáticos de la automoción.

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