Los Pecadores es una cinta de la que no esperaba demasiado tras su anuncio. Pero, al decir verdad, tras leer críticas sobre la mismo no he podido evitar sentir cómo mi interés hacia ella iba en aumento. Ahora que, gracias a OCINE, hemos podido disfrutar de ella, puedo decirte que, sin duda alguna, estamos ante una de las grandes películas de 2025.
Sinopsis de ‘Los Pecadores’
- Fecha de estreno: 16 de abril de 2025
- Género: Terror, Fantasía
- País: Estados Unidos
- Año: 2025
- Dirección: Ryan Coogler
- Reparto: Michael B. Jordan, Hailee Steinfeld, Wunmi Mosaku, Delroy Lindo, Jack O’Connell
Los Pecadores cuenta la historia de dos hermanos gemelos (interpretados por Michael B. Jordan) que, tras años de separación, regresan a su pueblo natal para intentar reconstruir sus vidas. Sin embargo, lo que encuentran es un mal ancestral que acecha a la comunidad, obligándolos a enfrentarse a sus peores pesadillas y secretos.
Dirigida por Ryan Coogler y protagonizada por Michael B. Jordan, la película reúne a este exitoso dúo tras colaborar en Creed y Black Panther. Los Pecadores combina elementos de terror, drama y mitología vampírica, ofreciendo una narrativa rica en emociones y sustos.
Junto a Michael B. Jordan, el elenco incluye a Hailee Steinfeld, Wunmi Mosaku, Delroy Lindo y Jack O’Connell, quienes dan vida a personajes atrapados en un entorno donde el terror y el misterio se entrelazan.
Crítica
Voy a empezar por lo más sencillo: como he dicho, no esperaba que Los Pecadores me dejara así. Tenía el miedo de que, como tantas veces, el tren del entusiasmo descarrilara en los primeros minutos. Y, sin embargo, salí del cine con la sensación de haber visto algo grande. Algo especial. Coogler nos ofrece una de las mejores películas que he visto este año.
En esta ocasión, el director de Creed y Black Panther abandona el blockbuster puro para sumergirse en un relato profundamente personal. Aquí no hay puñetazos con coreografías imposibles ni escenas demasiado explosivas: Los Pecadores es otra cosa. Una carta de amor al blues, a los traumas heredados, a las raíces olvidadas y al miedo como herida ancestral.
Michael B. Jordan interpreta por partida doble a dos hermanos gemelos separados por el tiempo y los secretos, un recurso que podría haber caído en lo ridículo si no estuviera tan bien escrito y ejecutado. En su regreso al pueblo natal se topan con un mal que lleva siglos enraizado en la tierra. Literalmente. Y ese mal se manifiesta con colmillos, sí, pero también con recuerdos, con grietas emocionales, con blues del Delta y sangre espesa como el barro del Misisipi.
Dos películas por el precio de una
La primera mitad es lo mejor que he visto en mucho tiempo en una cinta de terror. Y ojo, no por el susto fácil, sino por el mimo con el que Coogler dibuja a sus personajes. La escena en la que Miles Caton interpreta un tema de blues con la guitarra en llamas (metafórica y casi literalmente) durante una noche que se convertirá en una auténtica locura, es de los momentos más poderosos que he vivido en una sala de cine desde Babylon, sí, aquella sensación de estar asistiendo a un milagro cinematográfico. Pura ambrosía.
A nivel tonal, la peli puede recordar a Abierto hasta el amanecer, pero donde aquella tiraba del frenesí grindhouse, esta opta por una elegancia mortuoria. Lo vampírico aquí va más allá de ser un recurso visual, se convierte en algo simbólico: un mal que se alimenta de los sueños rotos, de las promesas familiares incumplidas, del legado que duele más que libera.
La música, cómo no, es otro de los grandes aciertos. La partitura de Ludwig Göransson se mueve entre el gospel, el country y el funk distorsionado como si alguien hubiese metido en una batidora a Robert Johnson, Isaac Hayes y Trent Reznor. El resultado: una banda sonora que es un personaje protagónico más. Cada riff es una cicatriz. Cada base electrónica, un grito de dolor ancestral.
Hailee Steinfeld, Wunmi Mosaku, Delroy Lindo y Jack O’Connell completan un reparto impecable, todos atrapados en un relato que mezcla el terror con lo poético, el folclore con lo íntimo. Y si bien el tramo final apuesta más por el horror físico y las revelaciones sobrenaturales —quizá lo menos interesante de todo el conjunto, en mi opinión—, lo que realmente perdura es ese retrato sucio y sincero de una comunidad en ruinas, asolada por algo que viene de muy atrás. Algo que ni el fuego purifica.
No sé si acabará en la carrera de premios. No sé si funcionará en taquilla. Pero tengo claro que Los Pecadores es una de esas películas que se quedan contigo. Que se te agarran al alma y te susurran con voz rasgada que hay cosas que es mejor no desenterrar… aunque en el fondo todos queramos hacerlo.