Santiago Segura regresa a la cartelera con la que será, al menos por ahora, la entrega final de su multimillonaria saga familiar: Padre no hay más que uno 5: nido repleto. Y lo hace sin sorpresas, repitiendo fórmula hasta el agotamiento con una película que, aunque busca ser entrañable y cercana, resulta más bien una caricatura extendida de la vida familiar, convertida en sketch show de sobremesa.
- Fecha de estreno: 26 de junio de 2025
- Género: Comedia
- País: España
- Año: 2025
- Dirección: Santiago Segura
- Reparto: Santiago Segura, Toni Acosta, Leo Harlem, Silvia Abril, Loles León, Carlos Iglesias
Algunos padres experimentan la angustia del «nido vacío» cuando los hijos empiezan a abandonar el hogar. Javier, en cambio, sufre el trauma del «nido repleto»: nadie se va de casa. Última entrega de la saga ‘Padre no hay más que uno’.
Sobre la película
Película de la exitosa saga familiar dirigida y protagonizada por Santiago Segura cuya cuarta entrega se convirtió en la película española más taquillera del pasado año con más de dos millones de espectadores.
Acompañan a Santiago Segura, una vez más, su mujer en la gran pantalla Toni Acosta, su numerosa prole formada por Martina D’Antiochia, Calma Segura, Luna Fulgencio, Carlos G. Morollón, Sirena Segura y Blanca Ramírez; los cuñados interpretados por Leo Harlem y Sílvia Abril, los abuelos Loles León y Carlos Iglesias, y El Cejas como Ocho, el novio de la hija mayor, que en esta entrega vendrá acompañado por su «madre», Neus Asensi.
Crítica ‘Padre no hay más que uno 5: nido repleto’
En esta ocasión, el llamado «nido» no está vacío, sino absolutamente desbordado. Los hijos siguen en casa, los problemas se multiplican y Javier, el eterno padre novato que nunca aprende, debe enfrentarse a un nuevo caos doméstico. Nada nuevo bajo el sol. De hecho, quien haya visto las anteriores entregas podrá anticipar sin dificultad cada gag, cada conflicto y cada resolución almibarada que propone la cinta.
A nivel narrativo, lo más llamativo —por no decir problemático— es la total desconexión entre las múltiples subtramas que componen la cinta. Cada hijo tiene su momento, su microhistoria, su gag extendido… pero ninguna de ellas aporta un verdadero arco emocional ni contribuye a un mensaje cohesionado. Desde un cumpleaños que se les va de las manos hasta el niño que no deja de rezar como si viviera en una sitcom religiosa de los años 90 (probablemente la subtrama más coñazo de todas). Y entre medias, un desfile de secundarios que parece sacado del spin-off de un spin-off de Torrente.
Precisamente en ese tono se mueve toda la cinta: el del humor exagerado, la parodia sin pausa, y el cameo metido con calzador. Algunos funcionan, otros no tanto, pero el resultado global es el de una película que parece gritar constantemente “¡mirad qué gracioso soy!” sin darse cuenta de que a ratos lo que provoca es más vergüenza ajena que carcajadas.
Cringe
La llegada del personaje de Neus Asensi como suegra invasiva le da a la película un nivel extra de desquicio que podría haber sido hilarante en manos de un guion más trabajado. Lamentablemente, la construcción de este personaje se queda en un cliché que abusa de los decibelios y se olvida del matiz. La actriz hace lo que puede, pero es que no hay mucho que salvar ahí.
Lo mismo ocurre con los jóvenes intérpretes, muchos de ellos hijos del propio Segura, que parecen estar en pantalla más por apellido que por méritos interpretativos. Algunos momentos resultan tan forzados que uno se pregunta si hubo dirección de actores más allá del “hazlo otra vez pero grita más”. Sintiéndolo mucho por la joven actriz, lo que hace Sirena Segura ante la cámara, concretamente, es francamente desastroso.
Sitcom de sobremesa
En el plano técnico, todo sigue igual. Misma fotografía de comedia televisiva, montaje atropellado y una estructura que se apoya de forma abusiva en flashbacks que más que aportar, alargan innecesariamente una película que no sabe cuándo parar. La sensación es la de estar viendo un capítulo extendido de Padre de Familia (con mucha menos gracia, claro) que, sinceramente, ya debería haber cerrado el chiringuito hace mucho tiempo.
Eso sí, justo es reconocer el buen trabajo de Roque Baños en la banda sonora. El compositor eleva varias escenas con una partitura que, aunque omnipresente hasta el exceso, al menos le da una capa de profesionalidad y empaque que el resto del producto no siempre consigue alcanzar.
¿Vale la pena Padre no hay más que uno 5 ?
Seamos francos, Padre no hay más que uno 5 no decepcionará a quienes buscan exactamente lo que ya han recibido en las cuatro entregas anteriores. Pero para el espectador que aún conserve un mínimo de exigencia cinematográfica, esto se asemeja más a un sketch alargado hasta los 100 minutos que a una comedia con entidad propia. Mientras siga llenando salas, es lógico que la fórmula se exprima. Pero quizá, solo quizá, ya va siendo hora de que alguien le diga a Santiago Segura que no hace falta hacer una película cada año para recordarnos que ser padre es difícil. Algunos preferimos que vuelva Torrente.
Esta crítica ha sido posible gracias a Salas Ocine.