Todo comenzó cuando Mauro Icardi llegó al Lincoln College para retirar finalmente a sus hijas. Francesca llegaba de un campamento y se abrazó con su papá y hasta allí llegó Nora Colosímo, madre de Wanda Nara, con Isabella y las tres mascotas de las chicas: un salchina arlequín, un pomerania y un chihuahua.
Esos perritos fueron la piedra del escándalo porque Icardi no aceptó llevárselos a Noldelta, alegando que se los “podían comer los carpinchos” y que la casa está en remodelación y era un peligro para las mascotas.

 

 

Todo se convirtió en una situación con tintes de violencia, gritos y demás y entonces Icardi hizo entrar a sus hijas con las mascotas en su vehículo y sin pensarlo se dirigió al Chateau Libertador donde viven con su madre.

 

 

 

Subió al piso 36, dejó parado el ascensor y allí se desarrolló un verdadero drama: Icardi revoleó las mascotas, empujó a las empleadas, llegó primero el abogado de Wanda, Nicolas Payarola, viendo ya lo violento que estaba el futbolista, luego llegó la Policía, Elba Marcovecchio, abogada de Icardi, Kennys Palacios y tras una larga hora de gritos, llantos desconsolados de las nenas y total delirio registrado en videos varios, Icardi se fue sin sus hijas y con su abogada, manejando a contramano por Libertador.

 

Entonces la Policía, por protocolo, convocó al SAME, para constatar el estado de las nenas.
A todo esto, Wanda estaba recién intervenida de una cirugía menor. Un cuadro famiiar insostenible.

 



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