Crítica Black Dog: el retrato del desarrollismo chino aclamado por la crítica
Crítica Black Dog: el retrato del desarrollismo chino aclamado por la crítica

Entre perros, escombros y resignación, Guan Hu retrata el reverso del milagro chino con contención y crudeza. Una película premiada en Cannes que seduce por su sobriedad, aunque no alcanza la excelencia

En Qixia, un pueblo desolado cercano al desierto del Gobi, reaparece Lang tras diez años de prisión por el homicidio involuntario del sobrino de la familia Hu. Parco en palabras —no se pronuncia más que en dos o tres ocasiones a lo largo de toda la cinta— su silencio no busca explicar lo sucedido ni justificarlo. Por momentos, especialmente en su arranque de estilo western, recuerda a Travis en Paris, Texas. Como él, Lang parece contener una historia a punto de estallar con la primera palabra. Pero en ‘Black Dog’ no sucede.

La película se sitúa en los meses previos a los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008. Ambientada en pleno desarrollismo chino, Black Dog encuentra en esta coyuntura una excusa perfecta para retratar su versión más cruda. Qixia, castigada por la despoblación y el abandono, parece un ‘macropipicán’ para perros salvajes. Como parte de una operación de limpieza urbana, se organizan patrullas caninas para devolver la ciudad a las personas. Un viejo amigo de Lang le implica en estas patrullas. Él, más solitario que compasivo, acaba cobijando al más temido de los perros: un chucho negro al que se acusa de estar infectado de rabia y que, a base de mordiscos, tiene al pueblo atemorizado. 

Resignación y alcoholismo

En Black Dog, los habitantes de Qixia asumen con la resignación propia de quien no ha vivido fuera de un régimen autoritario el derrumbe de sus casas y su reubicación en otras zonas. Ese mismo espíritu resignado está presente en los personajes, como en el caso del padre de Lang, que cuida un zoo en ruinas y se refugia en el alcohol, y también en una excompañera del circo, que bebe mientras lamenta que su novio no quiera comprometerse.

Aclamada, pero… ¿excelente?

La película, dirigida por Guan Hu, fue reconocida con el premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes, y la crítica la ha recibido con entusiasmo. A mi juicio, no tanto como para echar las campanas al vuelo. La fotografía es sugestiva, capta una ciudad en ruinas, fantasmagórica, pero no hay una gran historia detrás. No se me malinterprete: no siempre es necesaria una trama vibrante o un guion cargado de diálogos. ‘Black Dog no carece de acción y la interpretación del actor protagonista Eddie Peng se sostiene precisamente en su contención. Pero su cadencia narrativa, aunque cuidada, no basta por sí sola para justificar una valoración sobresaliente. 

Cine histórico

Aun así, como sociólogo aficionado al cine, valoro especialmente las películas que logran captar momentos históricos relevantes a través de una historia mínima. ‘Black Dog’ hace precisamente eso. Retrata el desarrollismo chino desde el margen, no desde el espectáculo de Pekín 2008. Ofrece al espectador occidental pequeñas joyas de realismo costumbrista, como la escena en la que una funcionaria reprende a Lang por sonreír en su foto del documento de identidad, recordándole que se trata de una imagen oficial. 

Black Dog se estrena en España el 4 de julio, en versión original subtitulada, con pases confirmados en salas como los Cines Embajadores de Madrid. Costumbrismo y sobriedad, merece la pena

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