Perfect Days, la última cinta del cineasta Wim Wenders, llega a los cines españoles el 12 de enero de 2024 gracias a A Contracorriente Films.
Wim Wenders, director alemán de trayectoria intachable (París, Texas) y Koji Yakusho (Cure), uno de los actores más importantes en la historia del país del sol naciente, unen fuerzas en la película que representa a Japón en su candidatura de cara a los Oscar.
Sinopsis de Perfect Days
Hirayama trabaja limpiando los aseos públicos de Tokio. Le gusta llevar una vida sencilla y una rutina diaria muy estructurada. Le apasionan la música, los libros y los árboles, que le gusta fotografiar. Su pasado está a punto de resurgir a través de encuentros inesperados. Una reflexión conmovedora y poética sobre la búsqueda de la belleza en la vida cotidiana.
Crítica de Perfect Days
Perfect Days es una celebración de la belleza irresistible y oculta que se esconde en lo mundano. Un delicado tutorial sobre cómo disfrutar de las cosas simples que nos rodean. Un tan amplio como austero catálogo de situaciones comunes y sencillas propias del día a día. Éstas al estar impregnadas de paz y calma, son capaces de atrapar y sumergir al espectador dentro del mundo en el que transcurren.
Wenders y Yakusho, dos figuras legendarias y reverenciadas de la historia del cine, trabajan juntos mano a mano. Tallando con meticulosidad cuasi-enfermiza una obra de orfebrería cinematográfica. Esta pieza de lujo, detallada milimétricamente, centrada en un hombre metódico que busca refugio en la rutina, hábitos y rituales, es un canto al valor incalculable de esos pequeños detalles que dan pie a efímeros momentos de felicidad pura.
Largos días, breves noches
Perfect Days alcanza unas cotas técnicas superlativas, ofreciendo una masterclass mediante el desempeño de varios de sus apartados artísticos. A lo largo del metraje podemos observar un sobresaliente trabajo de edición, especialmente inspirado cuando aplica un brillante uso de los sueños como transición que funde los largos días y las breves noches. Wenders orquesta un ejercicio de inmersión total apoyado sobre su composición visual, de preciosistas ubicaciones urbanas y relación de aspecto 4:3. Una interpretación tan contenida como emotiva y un uso orgánico de la banda sonora no original mediante la presencia de viejos casetes de música americana que aligeran y dinamizan la narración.
En un tiempo en el que se nos bombardea sistemáticamente con infinidad de estímulos, información e inputs, Wenders planta cara a la imposición del algoritmo visual moderno. A su manera, combate contra la sobresaturación, la falta de capacidad de concentración y el maleducado paladar del público actual con un rotundo ejercicio de Slow-Cinema. Si uno decide acompañar a Hariyama en su peculiar viaje diario, se verá recompensado al adquirir una perspectiva templada, consciente y amable de la vida (o al menos, lo hará durante las dos horas que dura la cinta).
Conclusión
De forma sorpresiva, sin comerlo ni beberlo o repentinamente, díganlo como les plazca, Wim Wenders nos ha regalado una de las mejores películas asiáticas modernas. No tanto por la intachable calidad del producto – algo previsible teniendo en cuenta los sublimes trabajos previos del cineasta – sino más bien por la magnífica capacidad que exhibe al representar fidedignamente la sensibilidad del ciudadano japonés, sus inquietudes y su tradicional comportamiento.