El actor reflexiona sobre los límites de la comedia y revela cómo encontró la chispa para revivir Aída en formato película
Noche de focos y carcajadas en el ecuador de la III edición del South International Series Festival. El actor, director y guionista andaluz Paco León recibió el Premio de Honor 2025 en la Gala celebrada en el Gran Teatro Falla, ante un público entregado que agotó las entradas en cuestión de horas. Rodeado de amigos y de rostros imprescindibles de la industria audiovisual, León se mostró emocionado al recoger el galardón.
En la mañana del homenaje, entrevistamos a Paco León para repasar su carrera, hablar de los retos de la comedia, reflexionar sobre los límites del humor y descubrir cómo nació la chispa para revivir ‘Aída’ en la gran pantalla.
“Quiero vivir 100 años y morirme trabajando”
A sus 50 años, Paco no piensa en frenar: “Yo quiero vivir 100 y morirme trabajando, con lo cual tienen que caer muchos premios de honor”, aseguró con su habitual desenfado.
Aunque agradece cada reconocimiento, también lanza una reflexión crítica: “Para los cómicos es muy difícil porque casi nunca nos dan premios. La comedia sigue siendo la gran olvidada”. Y añade con humor: “Las palmaditas en el trabajo nunca vienen mal, pero para mí es un estrés… ahora el traje, el discurso… yo no me he preparado nada”.
Decisiones valientes y arriesgadas
El intérprete recuerda tres momentos clave: Homo Zapping, Aída y Carmina. “Irme de Homo Zapping fue un descaro. Todo el mundo me decía: ‘¿Dónde va el subnormal si esto es lo más?’. Pero si un actor no toma esas decisiones, se puede quedar estancado”, señala con contundencia.
Sobre la presión del éxito, no duda: “Los éxitos tendrían que darte permiso para tener más libertad, y lo normal es que te la quiten”. Y con sinceridad añade: “Después haces Rainbow y no la ve nadie, pero bueno… hay que permitírselo”.
El regreso de Aída: “Esto apetece, pero no conviene”
Cuando surgió la idea de una película sobre Aída, Paco León se mostró tajante: “Dije que no. El humor de Aída era de otra época. Era un polvo de ex: apetece, pero no conviene”.
Sin embargo, acabó cambiando de opinión: “Se me ocurrió una idea y pensé: igual merece la pena un polvo más si tiene chispazo. Contarlo desde otro sitio, con otro punto de vista, me conectaba mucho con mis inicios en el cine”.
El rodaje no fue fácil: “Era raro tener autoridad en ese plató. No era solo dirigir a los personajes, era dirigir a las personas. Había una esquizofrenia: hacer de Luisma, de Paco y de director al mismo tiempo”.
Los límites del humor en la era de la corrección política
El actor no esquiva el debate sobre el humor: “El humor siempre depende del contexto: quién lo dice, cuándo lo dice y dónde lo dice. No es lo mismo un chiste entre amigos que en televisión o en el Congreso de los Diputados”.
También recuerda episodios de otra época: “Yo he hecho blackface en Homo Zapping. Hoy sería impensable. Entonces no lo veíamos así, pero hemos aprendido y eso me parece positivo”.
Aun así, defiende la risa como motor vital: “Hay que reírse muchísimo, aunque a veces pique. El humor no se puede resentir, tiene que seguir vivo”.
La comedia como territorio infinito
Aunque la comedia sigue siendo menos valorada que el drama, Paco León la reivindica con fuerza: “Yo quiero seguir haciendo comedia, pero una comedia con valores, con poesía, con humanidad. Incluso en la comedia se puede llorar”.
En cuanto al revival de series en plataformas, lo resume con una metáfora deliciosa: “La gente vuelve a Aída porque es comfort fiction. Es como la sopa de tu madre: un lugar seguro al que volver”.
Con 50 años y un Premio de Honor bajo el brazo, Paco León lo tiene claro: “Los actores empezamos de verdad a los 50. Aún me quedan muchos personajes y riesgos por tomar”.