
‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘, bajo el mando del cineasta Francis Lawrence, funciona como precuela. Aterriza, de modo sublime, la transición a villano del presidente Snow, víctima de sus circunstancias
Reseña | Opinión de la película ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘ de Francis Lawrence. Estrenada en cines el 17 de noviembre
El ser humano no porta la maldad desde la cuna, sino que es víctima de las circunstancias. Esta es la premisa de la precuela de ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘, que desentraña, en tres actos, cómo Coriolanus Snow se convierte en el despiadado dictador de Panem. Las situaciones límite pueden sacar lo peor o mejor de cada quien, pero, en este caso, ser bueno no le salió bien a Snow para sobrevivir en una historia donde la traición es un enemigo letal.
El filme, basado en el libro de Suzanne Collins y al mando del cineasta Francis Lawrence, viaja 60 años atrás para recorrer la adolescencia y posterior transición a la adultez de Snow, interpretado por un magnífico Tom Blyth (Billy el niño), que le hace justicia a su yo del futuro, a quien da vida Donald Sutherland.
Vamos con nuestro análisis, impresiones y opiniones de ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘ dirigida por Francis Lawrence.
¿De qué va ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘?
Snow es el mentor de Lucy Gray (Rachel Zegler, West Side Story), tributo del paupérrimo Distrito 12 y del que, a posteriori, también provienen Katniss y Peeta Mellark, los grandísimos Jennifer Lawrence y Josh Hutcherson, respectivamente. Gray tiene un talento innato para cantar y en la ceremonia de inauguración de los Décimos Juegos del Hambre deja perplejo al Capitolio. Snow, con el propósito de sacar a su familia adelante tras la guerra y no perder el linaje de su apellido en El Capitolio, hará lo que sea-sin importar el costo- para salvar a su pupila en esta competencia feroz, donde los ricos se regocijan con el sufrimiento de los pobres.
Al igual que las demás entregas, la cinta pone sobre la mesa la desigualdad, la opresión y esta lucha por la supervivencia que fomenta la brutalidad. Ahora sí que en Los juegos del hambre el fin justifica los medios y entra en juego la doble moral porque, ante estas circunstancias, los protagonistas se ven obligados a tomar decisiones y hacer cosas que van en contra de sus valores, de su ser, todo por sobrevivir.
Es una reflexión sobre la fragilidad de las personas y la capacidad de sucumbir a los instintos más oscuros que culminan con esta desintegración moral. Al igual que Suzanne Collins, son numerosos los escritores que plasmaron la complejidad de la naturaleza humana y cómo los demonios internos salen ante situaciones extremas. Un ejemplo es Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas, obra en la que se inspiró Apocalypse Now o William Golding con su aclamada novela El señor de las moscas.

Un elenco casi de diez
En cuanto a las actuaciones, Blyth deja el listón muy alto y la evolución del personaje a villano se palpa y aplaude porque, además, acapara con soberbia el casi 90% de los planos; sin embargo, Zegler canta mejor que actúa. No lo hace mal, pese a su corta trayectoria, pero nos cuesta creerla en el papel de Lucy Gray. Uno de los puntos flojos de la precuela es la evidente poca química entre los dos protagonistas y, sin conocer la razón, podría deberse a este contraste tan fuerte en estilos de actuación en ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘.
Esto, no obstante, lo compensa una Viola Davis (Historias cruzadas) espectacular-léase con letras mayúsculas- quien nos deja sin aliento en su rol de la doctora maquiavélica Volumnia Gaul, vigilante de los Juegos, y Peter Dinklage (Juego de tronos) como Casca Highbottom, el decano de la Academia. Dirían en mi tierra, “pequeñito, pero matón”. Otra de las joyas es Loco Flickerman (Jason Schwartzman, Asteroid City), presentador del espectáculo sobre la arena, quien nos brinda algunos de los momentos más divertidos de la película con un carisma de ¡olé! Me dieron ganas de levantarme del asiento y aplaudir.
A ellos, entre otros muchos, se suma Hunter Schafer (Euphoria) como Tigris, la prima de Snow, quien también tiene un papel muy limitado, pero capta a la perfección el sufrimiento por el horror que están viviendo y, más allá, la transformación de su primo. Las apariciones de todos ellos son pequeñas, pero, sin duda, dejan una impresión duradera porque cada vez que salen, se devoran la pantalla.
Un combo que deja buen sabor de boca
Otra de las fortalezas de ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘ es el estilo visual de Francis Lawrence, siempre sublime, como ya demostró en todas las cintas de Los juegos del hambre, a excepción de la primera, (En llamas, Sinsajo Parte 1 y 2). Nos adentra en el Panem de postguerra con unos efectos y fotografía que potencian y complementan la narrativa, lo que, en conjunto, hace que la experiencia cinematográfica sea triplemente emocionante. Somos un espectador más de Los Juegos del hambre, que, lamentablemente y como hemos comentado, aunque sea ficción, su eje central no dista tanto de la realidad.
En definitiva, ‘Los juegos del hambre: balada de pájaros cantores y serpientes‘, de casi tres horas de duración, mantiene una tensión y ritmo trepidantes donde no da tiempo ni a pestañear. Respeta la esencia de la saga y sobre todo de la novela. En términos cinematográficos, enriquece el universo de Los Juegos del hambre porque Lawrence sabe cómo derrochar calidad. Es una película que ofrece un buen combo de narrativa sólida y acción, que dejará un buen sabor de boca, tanto a los fans como a los que se adentran en este universo por primera vez. Es un retorno por la puerta grande.
Y, antes de finalizar, recuerden: no se fíen ni de su sombra.