
La actriz vive su mejor momento interpretativo con la serie de Antena 3. Habla sobre el poder de los sueños, el miedo como motor, la honestidad en la actuación y la búsqueda de la libertad
Con una voz serena, pero llena de energía, Ástrid Janer aparece frente al micrófono con la naturalidad de quien ya no teme al vértigo de los comienzos. Han pasado cuatro años desde su primera entrevista en Los Lunes Seriéfilos, cuando la joven actriz acababa de brillar en ‘Acacias 38’. Hoy, con ‘La Encrucijada‘, Ástrid se ha ganado el reconocimiento del público y la crítica como una intérprete sólida, versátil y profundamente emocional.
“No me doy cuenta de cuánto he cambiado hasta que miro atrás. Han sido años de aprendizaje, de silencios, de búsquedas. Creo que ahora entiendo la profesión desde un lugar mucho más honesto”, confiesa.
De ‘Acacias 38‘ al renacer artístico
Tras finalizar su etapa en ‘Acacias 38’, Ástrid Janer vivió una etapa de transición. “Tuve un tiempo sin trabajo y me obligó a mirar dentro. A preguntarme si realmente quería seguir, cómo iba a sostener mi sueño cuando no estaba rodando. Esas preguntas fueron duras, pero necesarias”.
Lejos de quedarse quieta, Janer se mantuvo creativa: “Me di cuenta de que necesitaba expresarme de muchas formas, no solo actuando. Empecé a dibujar, a pintar, a escribir con una amiga… incluso aprendí a tatuar. No soy tatuadora —ríe—, pero fue liberador”.
“Ser actriz es mi pasión, pero no es lo único que soy. Hay que aprender a disfrutar del proceso, incluso cuando no estás en el foco.”
El salto a ‘La Encrucijada’: un proyecto inesperado
Cuando le llegó la oportunidad de formar parte de ‘La Encrucijada’, Ástrid Janer no lo vio venir. “Fue de esas cosas que llegan sin esperarlo. Me llamaron para el casting, todo fue muy rápido, y en cuestión de días estaba grabando. Fue un torbellino”.
En la ficción interpreta a Amanda, la hija de Octavio (Abel Folk), una mujer que lucha por liberarse de las ataduras familiares y seguir su propio camino como diseñadora de joyas. “Amanda es una mujer que parece tenerlo todo, pero no es libre. Vive bajo la sombra del poder y de las expectativas, y lo que busca es algo tan simple —y tan complicado— como poder decidir por sí misma”.
“Me identifiqué con esa necesidad de honestidad. Amanda no quiere seguir viviendo una vida que no le pertenece. Quiere mirarse al espejo y reconocerse.”
Entre el miedo y la pasión
Ástrid Janer reconoce que sigue sintiendo miedo cada vez que empieza un nuevo proyecto. Pero para ella, ese miedo no es enemigo, sino brújula.
“El miedo también es deseo. Esas ganas de hacerlo bien, de entregarte, de dar lo mejor de ti. Si no sintiera miedo, me preocuparía.”
Ástrid Janer confiesa que Amanda le ha permitido explorar emociones que nunca había mostrado en pantalla: “Es un personaje lleno de capas. Tiene fuerza, pero también una gran vulnerabilidad. Me interesaba entender por qué hace lo que hace, por qué necesita amar tanto, aunque duela”.
“A veces creemos que ser fuerte es no tener miedo, y no es verdad. Ser fuerte es seguir adelante a pesar de él.”

La relación con Octavio: poder, amor y heridas
Uno de los núcleos más intensos de la serie es la relación entre Amanda y su padre, Octavio. “Es una relación de amor y control. Él la quiere, pero desde un lugar posesivo. Y ella lo ama, pero necesita romper ese vínculo para ser ella misma.”
Trabajar junto al veterano actor Abel Folk ha sido, para Ástrid Janer, una experiencia de aprendizaje constante.
“Abel es un compañero generoso, tiene una mirada muy humana. Me ayudó mucho a construir la relación padre-hija, esa mezcla de cariño y confrontación que hace que todo sea creíble.”
Lo que más le emociona de ese vínculo es su complejidad. “Octavio admira la fuerza de su hija, aunque no lo diga. En el fondo, se reconoce en ella. Y eso es lo más bonito: que el amor no desaparece, aunque duela”.
Una evolución paralela: Amanda y Astrid
A medida que Amanda evoluciona, Ástrid Janer también lo hace. “Siento que crecemos juntas. Amanda pasa de ser una mujer que busca aprobación a una que toma decisiones por sí misma, aunque eso implique equivocarse.”
“Ella aprende a ser adulta, a hacerse responsable de su vida. Y yo también he aprendido a hacer lo mismo: a confiar en mis decisiones, a no esperar a que las cosas lleguen solas.”
En la serie, Amanda renuncia a sus privilegios y se lanza a cumplir su sueño de crear su propia marca de joyas. “Es una metáfora preciosa: las joyas representan lo que uno forja con sus manos. Y Amanda decide forjar su destino.”
El público, su mayor recompensa
El éxito de ‘La Encrucijada’ ha sido inmediato. La serie ha encontrado su espacio entre las producciones más vistas de Antena 3 y su emisión en Atresplayer ha generado una comunidad muy activa.
“Recibo mensajes diarios. Me escriben para decirme que se sienten identificados, que lloran con Amanda, que les emociona su historia. Es increíble sentir ese cariño.”
Ástrid Janer reconoce que le encanta leer los comentarios del público. “Alguien me escribió en Instagram: ‘Tu padre es muy malo, pero tú eres un sol’. Me hizo mucha gracia. Siento que la gente conecta con lo humano, con los dilemas reales”.

El teatro, la raíz de todo
Entre proyectos televisivos, Ástrid Janer ha seguido vinculada al teatro. “El teatro es mi refugio. Hice una obra en el Teatro Nacional de Cataluña sobre la violencia doméstica durante la pandemia, y fue uno de los trabajos más duros y más importantes de mi vida.”
Para ella, el escenario es donde todo vuelve a tener sentido: “En el teatro no hay filtros. Es solo el actor, la historia y el público. Te obliga a estar presente, a ser verdadero.”
La libertad como destino
Cuando se le pregunta qué elegiría entre el amor o la familia —una pregunta que también atormenta a Amanda—, Ástrid Janer sonríe y responde sin dudar:
“Elijo la libertad. Elijo coger el caballo —o la bici— y seguir mi propio camino. La libertad es lo que me mueve como actriz y como mujer.”
Una actriz en su mejor momento
Hoy, Astrid Janer se consolida como una de las intérpretes más prometedoras de la ficción española. Su papel en ‘La Encrucijada’ no solo marca un hito en su carrera, sino que también simboliza su madurez personal y artística.
“He aprendido que las oportunidades llegan cuando estás preparada para sostenerlas. Antes quería correr, ahora prefiero disfrutar del camino.”
Y mientras ‘La Encrucijada’ sigue conquistando corazones, Astrid continúa explorando lo que más la inspira: la verdad, la emoción y el arte en todas sus formas.