
Crítica de ‘Perdidos en la noche’. El director catalán, en su nueva película, aborda una historia cruda con cuestiones sociales y políticas importantes como las desapariciones forzadas en México
Reseña | Opinión de la película ‘Perdidos en la noche’ de Amat Escalante. Tiene entre sus protagonistas a Ester Expósito
‘Perdidos en la noche’, de Amat Escalante, es otra de las tantas películas que abordan uno de los cánceres más letales de México: las desapariciones forzadas. La trama transcurre en un pequeño pueblo minero donde desaparece, sin dejar rastro, una maestra activista del medio ambiente (Vicky Araico, ‘Tríada’), tras oponerse a la construcción de una mina, tóxica para la salud de los habitantes. Su hijo Emiliano (Juan Daniel García Treviño, ‘Ya no estoy aquí’) sale en su búsqueda para hacer justicia, una palabra que en México suena utópica, lamentablemente.
Amat Escalante, de nuevo, apuesta por una producción de realismo crudo que aborda cuestiones sociales y políticas importantes, sin tapujos. Como lo hizo en ‘Bastardos’, ‘Heli’ y ‘Viudas violentas’, critica la desigualdad económica y social potenciada por la corrupción, evidenciando cómo el dinero mueve al mundo y es un motor de doble función: promover y silenciar al crimen junto con ese cómplice invisible llamado impunidad.
Continuamos con nuestro análisis, impresiones y opiniones de la película ‘Perdidos en la noche’, estrenada en cines mexicanos.
Plan de búsqueda
En esta travesía angustiosa, Emiliano, junto con su novia Jazmín (María Fernanda Osio), pone en marcha un plan para trabajar en casa de una familia adinerada que, al parecer, está vinculada con la desaparición de su madre.
El mosaico familiar lo componen Rigoberto Duplas (Fernando Bonilla, ‘El norte sobre el vacío’), un artista visual muy polémico; su esposa Carmen Aldama (Bárbara Mori, ‘Rubí’), actriz y cantante; y su hija Mónica, una guapísima influencer a quien da vida Ester Expósito (‘Elite’) y ¡olé!, porque nos olvidamos por completo de su acento español y se mimetiza perfecto en la piel de una niña fresa (pija) mexicana, cuya superficialidad solo es la fachada ante las redes sociales. También tiene riqueza en su interior.
‘Perdidos en la noche’: actuaciones grandiosas
En ‘Perdidos en la noche’ las actuaciones elevan la calidad de la trama. A cada uno de ellos le hacemos reverencia. Juan Daniel García Treviño nos vuelve a deleitar mediante un papelón cargado de expresividad y autenticidad, que nos hace conectar con un personaje lleno de frustración y desesperación al no encontrar una respuesta a lo acontecido ni tampoco un rastro de su madre.
Por su parte, Fernando Bonilla es un diamante en bruto y se devora la pantalla al dar vida a un ser de lo más polémico, extravagante y despreciable en ocasiones, que explora matices profundos de la condición humana, que conducen al cuestionamiento.
Bárbara Mori está impecable y nos demuestra su poder camaleónico al interpretar a una mujer encriptada y ¡voilá!, entramos al intrigante juego de las percepciones con esta señora “quién sabe cómo”. Eso sí, su tiempo frente a las cámaras es limitado y se echó en falta durante el largometraje, ya que desperdició a una actriz que prometía capitalizar uno de sus mejores roles en pantalla.

Una buena premisa que pierde fuelle
En esencia, Amat Escalante construye una buena premisa, sin embargo, lamentablemente sucumbe ante la moda de prolongarse más allá de lo necesario, lo que diluye la intensidad y suspenso del relato.
A ello se suman momentos superfluos y subtramas que caminan en una dirección ambigua, por lo que debilitan la coherencia del conjunto y se siente sobresaturado. Esto se plasma sobre todo en el final, el cual no voy a develar, pero nos deja con una mezcla de perplejidad y decepción.
‘Perdidos en la noche’, por ello, no es de lo mejor del cineasta, pero es una película que se agradece porque, al final, siempre nos quedará el séptimo arte como vehículo de denuncia, sobre todo, en países como México donde la verdad se mata callando.