Entrevista Mariola Fuentes
Entrevista Mariola Fuentes
La actriz Mariola Fuentes

La actriz Mariola Fuentes nos habla de sus éxitos, sus proyectos más recientes, sus inicios en el cabaré, la dificulta de la comedia y la inestabilidad de la profesión

Desparpajo y carisma a raudales derrocha Mariola Fuentes (Marbella, 1970) al otro lado del teléfono. Saluda, muy cariñosa, y empieza a hablar de la meteorología. Acabará reflexionando sobre el relevo generacional en el cine español, cruzándose en su tesis con Almodóvar, Casanova o Albaladejo. Mediante un hábil sentido del humor y su contagiosa risa, la marbellí que, sin haber cumplido los 20 años, llegó a Madrid a subirse a los escenarios, repasa la carrera que, progresivamente, ha ido forjando gracias a su característico don para la comedia, que se ha acabado convirtiendo en necesario para muchos de los realizadores más relevantes del panorama artístico. Eva Lesmes, García Sánchez, Dunia Ayaso y Félix Sabroso o Paco León, además de los ya mencionados, y algunos más. “Uf, ¡qué largo! Me doy cuenta de todo cuando entro, de vez en cuando, al IMDb este”, comenta entre risas. “¡Qué mayoras estamos!”, bromea.

Porque son ya treinta años de trayectoria los de Mariola Fuentes, desde que debutase con Álex de la Iglesia en ‘Acción mutante’. Le siguieron la berlanguiana ficción televisiva ‘Villarriba y villabajo’ y títulos tan populares como ‘Médico de familia’, ‘A las once en casa’ o ‘Mis adorables vecinos’. Al cine llegó discreta, pero dando el cante entonando a Carmen de Bizet en la cinta de Imanol Uribe ‘Días contados’. Fue una aspirante a actriz en ‘¿De qué se ríen las mujeres?’, una atrevida prostituta de ‘Torrente, el brazo tonto de la ley’, una enfermera cómplice en ‘Hable con ella’, una lanzada concursante de televisión en ‘El grito en el cielo’, una frutera apurada en ‘Volando voy’ o una salerosa criada en ‘Los muertos no se tocan, nene’. Una superviviente como, prácticamente, todos sus personajes, cuya vocación innata que ha ido rodando una sólida carrera.

¿Qué te llevó a querer ser actriz? No sé si tuviste algún referente que te indujese a dedicaste a la interpretación.

La verdad que no, no he tenido ningún referente. En mi casa tampoco había ninguna afición, a excepción de mi padre, que era músico. Eso sí estaba presente en mi casa: la música, pero nada más. Imagino que esa cosa artística debe venir por esa relación de mi padre con la música.

Tú empezaste, con tu grupito, tu gente, a hacer cabaré y espectáculos de variedades…

[Interrumpe] Sí, yo me vine a Madrid para trabajar en un grupo de cabaret que ya trabajaban, pero iban a hacer otra formación, digamos.

¿Qué dirías que te enseñó el cabaret?

A mí me enseñó muchísimo. Mi primer maestro, y del que he aprendido tantísimo y sigo aprendiendo, es el que era director de ese grupo Dani Pannullo, que ahora tiene una compañía de danza y que seguimos colaborando juntos cada vez que podemos porque nos amamos. De ahí he mamado y lo he aprendido todo: saber estar en un escenario, la importancia de la iluminación, el trabajo en equipo, por supuesto. Tan importante era el que hacía un corito como el que llevaba el número entero. Todos sumaban, todos éramos un equipo y una compañía. Trabajar en compañía es lo que más me ha enseñado el cabaré, y de noche. Bueno, y mucha psicología también. Trabajando de noche, aprendes mucha psicología de los personajes [risas].

[Risas] La noche es una gran escuela.

En la noche hay mucha variedad. Es muy amplio el abanico.

Mariola Fuentes, actriz, en una película.
Mariola Fuentes.

Mencionando el trabajo en equipo, ¿hasta qué punto esta profesión es grupal? A veces parece que es un oficio muy individualista.

Yo no creo que sea una profesión individualista. Puede ser que dé la impresión de serlo, porque no tenemos sindicatos, vamos cada uno, digamos como puede. No hay un sindicato fuerte que debería haberlo. En ese sentido, igual sí, pero a nivel de trabajo, la única individualidad que tienes es cuando te sientas en tu casa a estudiar. Yo no concibo este trabajo sin un trabajo en equipo. Estamos en manos de todos. Mi personaje no solo lo construyo yo, también lo construyen desde dirección, maquillaje, vestuario, iluminación… Los actores, sin todo eso, no somos nada. ¿Qué somos?

En alguna ocasión, has dicho que te cuesta muchísimo teorizar sobre esta profesión…

A mí me cuesta muchísimo.

¿Es una profesión más práctica que teórica?

Por supuesto, cariño. Lo que pasa es que los trabajos y las producciones hay que promocionarlas y, para promocionarlas, hay que hablar. Y a la gente le encanta que tú le digas que has estado ocho meses viviendo en un poblado o en un “puticlub” empapándote para hacer de una prostituta. ¿Que puedes hacer eso? Me parece perfecto. Es ideal, pero la mayoría de los trabajos, en este país, no hemos tenido ocho meses ni esa preparación ni ese apoyo. Aparte de que teorizar sobre un personaje está muy bien, ya te digo, el trabajo de mesa y las pautas también, pero hablar tanto de los personajes a mí me cuesta muchísimo porque, al fin y al cabo, yo veo al actor como barro. Un elemento más moldeable que intelectual.

Aunque, por supuesto, el trabajo del actor tiene mucho de intelectualidad. Pero yo me veo mucho más como un elemento en manos de un artesano que se va moldeando, como puede ser un director, y que te va llevando donde él quiere, porque el universo es suyo, no mío. Lo que él quiere contar, porque la película es del director. Y yo tengo que amoldarme a ese universo. Evidentemente, sí puede haber un diálogo y un cómo puedo verlo yo, pero, al fin y al cabo, es el universo del director. A mí ahí, ya te digo, solo me queda ser barro y que él empiece a esculpir.

Se cumplen 30 años de ‘Días contados’ de Imanol Uribe.

¡Qué mayoras estamos! [risas]. Bueno, mi primera experiencia en un rodaje fue en ‘Acción mutante’, de Álex de la Iglesia, que había llamado a Dani Pannullo, que trabajamos juntos, porque nos conocía. Había venido a vernos alguna vez a los bares en los que actuábamos. Quería que hiciésemos la figuración de toda la masacre aquella de la escena de la boda. Y allá que nos fuimos todas las aves nocturnas de Madrid a hacer la fiesta. Recuerdo que mi gran inclusión en el cine consistía en que Karra Elejalde me clavaba un tenedor en el culo [risas] y a mí aquello me pareció lo más.

Ya después hice ‘Días contados’. También fue, pues eso, sacar a alguien de la noche para hacer aquella fricada de artistas callejeros, que era un chico tetrapléjico, en silla de ruedas. Y yo, me recuerdo en aquellos ensayos con el coreógrafo en la silla de ruedas y a mí, de verdad, me costaba la vida. Porque yo en aquella época estaba lozana, no tan sílfide como estoy ahora, que soy un palo seco [risas].

¡Qué va! Si estás estupenda.

Ahora soy un palo seco. Antes estaba lozana, lozana. Las tetas me llegaban a la boca, cariño [risas].

Y, además, recuerdo que aquella canción era la de Carmen, la de la ópera Carmen. Cantada a un tono imposible, evidentemente, porque no llegaba, pero esa era también la gracia del personaje, porque eran todos unos “mataos”.

Mariola Fuentes, referente a tus trabajos con Pedro Almodóvar (‘Carne trémula’, ‘Hable con ella’, ‘Los abrazos rotos’), ¿qué aporta a una trayectoria el haber trabajado con él?

No lo sé. Yo tampoco he sido muy consciente de que me haya dado más trabajo el hecho de trabajar con Pedro. Por supuesto, han sido tres experiencias maravillosas, pero yo no he sido consciente de esa repercusión, la verdad. Pero cuando te pasan cosas como que, de repente, alguien te reconozca en algún festival, o como aquella vez que Manolo Blahnik vio ‘La vida perra’ de Juanita Narboni, en un hotel o un viaje, y se quedó flipado y lo comentó en El País… Hasta esos momentos no te das cuenta de la repercusión que tiene tu trabajo. Ya sea con Almodóvar o no, pero claro, evidentemente, Almodóvar tiene una repercusión mucho más internacional. Entonces, te das cuenta y dices “coño, que esto lo han visto en China o en Australia”.

Cuando estuve en Australia trabajando, había gente que hacía las tesis doctorales de la universidad sobre Almodóvar. Y con alguno me entrevisté y bueno, le vino muy bien, me lo agradeció muchísimo, que yo le contara cosas para su tesis. En fin, que no eres consciente hasta que te pasan cosas así.

En una edición de los Goya.
Mariola Fuentes en los Goya 2018.

Mariola Fuentes, teniendo en cuenta que tú has ido forjando un gran currículum, ¿en qué momento te das cuenta de que tienes un nombre el da industria?

Pues la verdad es que, esto es un poco mío lo que te voy a decir, pero siempre hay un poquito de síndrome del impostor ahí. Porque no sabes muy bien hasta cuándo. Es como si estuvieras engañando a la gente y decir: ¿hasta cuándo? ¿Cuándo me van a pillar? ¿Cuándo me van a echar? [risas].

¿Por qué?

Mira, no lo sé. Evidentemente, a ver, me doy cuenta porque de vez en cuando me da por meterme en el IMDb, la base de datos esta. Y digo “uh, ¡qué cosa! ¡qué largo!” Me sorprendo [risas]. Pero no sé. Siempre tengo la sensación de estar empezando de cero, de tener que demostrarlo todo, de pasar el examen y de que me puedan despedir en cualquier momento porque no les está gustando nada lo que estoy haciendo.

¿Esa inestabilidad se aprende a sopesarla o eternamente se vive en ese ahogo permanente?

A ver, no. La verdad, se convive con ello. Esa losa la tienes siempre ahí. Ahora mismo ya, con la edad que tengo, además de que las frases de vieja me encantan. Tipo: “Dios mío llévame pronto” y estas cosas [risas]. Pues, últimamente, lo único que se me pasa por la cabeza y que repito mucho es: “Uy, qué ganas tengo de jubilarme para tener un sueldo fijo” [risas]. Uy, no, ¡qué te vas a acostumbrar!

Y la putada de esto es que, cuando tú estás haciendo una función de teatro, o estás haciendo una serie que dura, tu cerebro y tu cuerpo hacen una especie de callo que te hace coger fondo y un ritmo mensual. Consigue que todo lo memorices rapidísimo y, en definitiva, como que estás entrenado. Cuando tienes parones largos, este training, digamos, se va perdiendo. Y, de repente, te llaman para una prueba y es como si estuvieras oxidada y el cuerpo te chirriara, ¿sabes? Si esto tuviera continuidad, los actores volaríamos. Hay que remontar desde el lodo, otra vez [risas].

Sobre ‘El cielo abierto’ de Miguel Albadalejo…

[Interrumpe] Uy, al final, se ha convertido en una película de culto. Me parece fascinante. Bueno, ya cuando la hicimos el guion me pareció precioso, un regalazo porque, como actriz, ¿Cuándo te pasa esto? O sea, esto no pasa todos los días. Coger un personaje previo de ‘La primera noche de vida’, también de Miguel Albaladejo, que fue su primera película, y de ese personaje. Y que tanto él como Elvira Lindo dijeran: ¡por Dios, Jasmina! ¡Qué lástima! ¿Cómo lo vamos a dejar aquí sin novio? [risas]. Y te escriban esa belleza de película y de guion… lo que te digo: como actriz, eso no pasa todos los días. ‘El cielo abierto’ tiene un lugar especial en mi corazoncito.

Es una película muy inteligente porque aúna comedia con drama, es agradable, pero al tiempo melancólica.

Es el cine de Miguel Albaladejo, que es una maravilla. Lo trata todo con una naturalidad, que es alucinante. No solo en ‘El cielo abierto’. O sea, yo recuerdo cómo en ‘Cachorro’, trataba con tantísima naturalidad las relaciones homosexuales entre osos. Recuerdo esa escena de cama tan poco vista, ese plano en pantalla grande de espalda de pelo… esa naturalidad es una maravilla.

En alguna ocasión te he escuchado decir que “hacer comedia cansa una barbaridad”. ¿Por qué parece todo lo contrario a ojos del espectador?

Pues no lo sé. Supongo que el espectador está relajado y divirtiéndose, que todo le parece fácil, sencillo y agradable. Con el drama está sufriendo y llorando. No sé… digo yo que será un rollo psicológico de este tipo. Porque, por supuesto que hacer comedia es muchísimo más complicado y cansado que el drama. El ritmo de la comedia, cuando te montas en el tren, ya no te puedes bajar hasta que acabas. No hay pausa, no puedes respirar. En una comedia, si haces una pausa, de un mínimo de dos segundos, te has cargado el chiste. Está todo medido como una partitura de ochenta orquestas sinfónicas. En un drama no. Un drama te permite respirar, pausar, mirar por una ventana [risas].

Hace pocos meses llegó a Movistar Plus la segunda temporada de ‘El inmortal’, donde interpretas a la madre del protagonista. ¿Cómo vives tú estos cambios en la industria, del auge de las plataformas, de la oferta de tantísimo contenido a golde de clic?

Y hacerte un maratón. A mí eso es lo que más me gusta. De hecho, cuando las plataformas ponen las series, y como un capítulo a la semana, no sé si es bueno o no, o si esto es perjudicial para la serie, pero yo me suelo esperar, porque me gusta sentarme el fin de semana y tragármela entera [risas]. Es lo que más disfruto del mundo. Porque de la otra forma, de una semana para otra, a lo mejor no la puedo ver o ya se me ha olvidado el capítulo anterior, tengo que volver a verlo… Me gusta el maratón, estoy a favor del maratón, porque entras totalmente.

Y con respecto a ‘El Inmortal’, la verdad, ha quedado una serie estupenda, que tiene una factura maravillosa. Solo recibo buenas críticas y no podemos estar más contentos. Ojalá esté funcionando muy bien y hagamos otra temporada. Tengo una familia estupenda, pero eso sí, hace mucho sufrir [risas].

Mariola Fuentes en una foto de Atresplayer.
Mariola Fuentes en una foto promocional.

¿En qué otros proyectos estas inmersa?

¿Tú sabes de la serie de Apoyo Positivo, que se llama ‘Indetectables’? Pues este año voy a hacer tres episodios dirigidos por Eduardo Casanova. En esto estamos.

Edu es mi gran esperanza en el futuro. No como actriz, sino del cine. Es como un viento de aire fresco que entra y que hacía tanta falta que estaba tardando en nacer. Me parece un grande con muchísimo talento. Tiene todas las características que tienen los genios, fundamentalmente, su universo propio, su marca, que solo hace personajes únicos, como puede ser Almodóvar también.

¿Consideras que hay un relevo de genialidad en el cine, en el teatro en la televisión?

Claro, cariño, todas las generaciones tienen referentes. Pedro [Almodóvar] también tiene los suyos y los saca continuamente. Por ejemplo, yo qué sé, ¿cuántas referencias le ha hecho a Hitchcock en sus películas? Te quiero decir, todo el mundo nos hemos criado viendo al cine, viendo películas y viendo gente que nos fascina y a la que admiramos. Todo eso forma el bagaje de un artista. Aunque todo eso tú lo debes pasar por tu universo y tu filtro. No todo el mundo tiene esa capacidad, evidentemente. Por eso, hay artistas que se convirtieron en referente o son genios. Pasa en todas las disciplinas. En la música, por ejemplo, no todo el mundo es genio. Hay gente que es currante de la música y punto. No todo el mundo tiene la capacidad de contener una genialidad.

Mariola Fuentes, un placer. Esto ha sido todo.

Igualmente. ¡Qué facilita! Porque, a veces, se van por unos caminos que dices: ¿esto a qué viene? ¿a quién le interesa? [risas].

Ver fuente

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *